Una de les caixes de les col·leccions del Museu de Ciències Naturals de Barcelona, que conté exemplars de Geotrechus, Duvalius, Aphaenops, Subilsia, etc. Foto per deferència del Departament d'Artròpodes.
Seguim amb la segona part:
El PEIN incluye también una especie que ha sido
posteriormente descartada de la fauna catalana. Se trata de Laemostenus (Antisphodrus) levantinus
(Bolívar, 1919) (citada como Centhosphodrus
[sic] levantinus) endémica de la
Comunidad Valenciana, a la que se atribuyeron las poblaciones del macizo de Els
Ports (provincia de Tarragona) y que corresponden en realidad a L. (A.) lassallei Mateu 1989, su vecino
geográfco (Ortuño, 2006).
En el documento de la Institució Catalana d'Història
Natural (2008) se afirma no disponer de información sobre la presencia en
Cataluña de Leptotyphlus sp.,
protegido por el PEIN en la serra de Llaberia, provincia de Tarragona. El
género Leptotyphlus, con
representantes endogeos, cuenta sin embargo con varias especies catalanas
(Gamarra & Outerelo, 2009), aunque no hemos hallado datos sobre el mismo en
el mencionado espacio natural.
La composición por familias de los coleópteros subterráneos protegidos o que requieren medidas de conservación en Cataluña se representa en la fgura 1. Abundan los Carabidae y Leiodidae, familias que reúnen la mayor diversidad de formas adaptadas al medio hipogeo (Decu & Juberthie, 1998). También destacan los Staphylinidae, todos ellos pertenecientes a la subfamilia Pselaphinae.
Algunas
consideraciones ecológicas y biogeográfcas sobre los coleópteros hipogeos de
Cataluña
La fauna hipogea comprende desde formas poco modificadas
hasta los troglobios estrictos, que muestran las características morfológicas y
fisiológicas propias de una estrecha adaptación al medio subterráneo profundo
(MSP). Autores como Camacho (1992) y Sket (2008), entre otros, ofrecen una
revisión histórica de las distintas clasificaciones de los organismos
subterráneos, la mayoría basadas en su grado de dependencia del medio o en su
morfología. Sket (2008) adopta el criterio ecológico en su reciente propuesta
de clasificación, consistente, por otra parte, con la nomenclatura tradicional
(Schiner, 1854; Racovitza, 1907). El MSP constituye uno de los compartimentos
en los que se divide el dominio subterráneo, formado, además, por el medio
subterráneo superficial (MSS) y también, según algunos autores, el ambiente
endogeo (Juberthie et al., 1980, 1981; Juberthie, 1983; Bellés, 1987; Galán,
1993; Juberthie & Decu, 1994; Gianchino & Vailati, 2010; Ortuño &
Gilgado 2010). Al margen de las cavidades excavadas en la roca madre
(macrocavernas biológicamente explorables y mesocavernas) el MSP incluye la red
de fisuras que lo conectan al MSS. La permeabilidad del medio subterráneo
permite la migración de los organismos entre sus diferentes compartimentos, en
función de factores climáticos, tróficos o de otro tipo (Juberthie et al.,
1981; Moldovan, 2012).
Buena parte del conocimiento sobre los coleópteros
hipogeos procede de la exploración de las cavidades accesibles al hombre
(cavernas, simas y cavidades artifciales), aunque el estudio del MSS ha
experimentado en las últimas décadas una notable progresión (Juberthie et al.,
1981; Juberthie, 1983; Juberthie & Decu, 1994; Gianchino & Vailati,
2010).
En el caso de los leiódidos, familia que reúne la
mayor diversidad de coleópteros hipogeos ibéricos, todas las especies que
requieren protección en Cataluña han sido localizadas hasta el momento
únicamente en el MSP (Salgado et al., 2008).
Entre los carábidos, se ha documentado la presencia
de varias especies tanto en cuevas y simas más o menos profundas como en el MSS
(Ortuño & Gilgado, 2010). Este último sería el hábitat preferencial de
ciertos representantes de la subtribu Molopina descritos de cavidades, teniendo
en cuenta el hallazgo reciente de abundantes ejemplares en el MSS, en contraste
con la escasez de capturas en el MSP (Salgado, 2011). También podría ser el
caso de Zariquieya troglodytes —otro
Molopina incluido entre las especies vulnerables del LRIE—, muy escasa en las
pocas cavidades de la provincia de Girona donde habita (Lencina & Serrano,
2011), o incluso de Z. boumortensis
Faille, Fresneda & Bordeau, 2011, recientemente descrita, conocida hasta el
momento de la localidad típica, situada en el MSP del Prepirineo de Lleida
(Faille et al., 2011). Al mismo grupo pertenece Molopidius spinicollis (Dejean, 1828), endemismo catalán protegido,
de hábitos endogeos (Español, 1951, 1966; Faille et al., 2011).
Las especies catalanas del género Geotrechus (la mayoría protegidas por el
PEIN), se conocen de una o unas pocas cavidades, incluyendo las cuatro nuevas
especies descritas recientemente por Faille et al. (2015). Esta situación
contrasta con lo observado en la vertiente francesa de los Pirineos (el género Geotrechus es endémico de la cordillera
pirenaica y estribaciones), caracterizada por una fauna más diversa y, en
algunos casos, abundante (Coiffait, 1962; Moravec et al., 2003). Ciertas
especies francesas han sido también halladas en el MSS e incluso en ambientes
epigeos (Jeannel, 1928; Coiffait, 1962).
El estudio del medio endogeo ha aportado últimamente
nuevas especies de estafilínidos de Cataluña, así como datos referidos a otras
poco conocidas (Hernando, 2013, 2014 y otros trabajos del autor allí citados).
Estas novedades incrementan notablemente los datos publicados sobre la
presencia en Cataluña de estafilínidos endogeos o asociados a hábitats epigeos
crípticos, pertenecientes principalmente a la subfamilia Leptotyphlinae
(Gamarra & Outerelo, 2009). Otro grupo de estafilínidos típicamente
humícolas o endogeos son los Pselaphinae (Bellés, 1987; Poggi et al., 1998),
que cuentan en Cataluña con varios endemismos hallados hasta el momento en
hábitat cavernícola (Besuchet, 1974, 1985). Cinco especies figuran en el
decreto del PEIN (tabla 2), la mayoría muy raras o incluso conocidas sólo a
partir de sus especímenes tipo.
Más dudas plantea la categoría ecológica atribuible
al carábido Catalanodytes bellesi
(Lagar, 1971) y al histérido Iberacritus
vivesi (Español, 1974). Ambas especies, incluidas en el CFAC, se conocen
tan sólo de la cueva del Janet (serra de Llaberia) y han sido recolectadas en
el vestíbulo de entrada, entre detritus vegetales, o bien tratando la tierra de
la cavidad mediante el empleo del método Berlese. Elementos que ocupan un
hábitat similar en el interior de cuevas han sido clasificados como “endogeos
cavernícolas” (Juberthie, 1983; Casale et al., 1998).
Aunque en Cataluña se han localizado numerosos
leiódidos asociados a madrigueras de mamíferos (Salgado et al., 2008), la
mayoría de ellos son foleófilos facultativos que también han sido observados en
el interior de grutas, generalmente cerca de la entrada. Es el caso de los
representantes de la tribu Cholevini, que poseen pigmentación y ojos bien
desarrollados, y cuentan en general con una amplia distribución. Otros
leiódidos son despigmentados y anoftalmos, como Leptinus pyrenaeus Besuchet, 1980, endemismo pirenaico–cantábrico
(ejemplares catalanes de la serie típica, depositados en la colección del MCNB,
fueron hallados sobre Talpa europaea)
(Besuchet, 1980). Recientemente se ha descrito de la vertiente norte del macizo
del Puigmal (en territorio francés) Perriniella
fresnedai Perreau & Tronquet (2001), la tercera especie de un género de
leiódidos troglobios, localizada en madrigueras de marmota (Perreau &
Tronquet, 2001). Su localidad típica apenas dista una decena de kilómetros de
las cavidades donde habitan las otras dos especies catalanas, P. faurai Jeannel, 1910 y P. bofilli Zariquiey, 1924, ambas
protegidas (alta cuenca del río Freser, provincia de Girona).
En la tabla 3 se indica el compartimento del medio
subterráneo donde han sido halladas hasta el momento las especies de
coleópteros hipogeos que requieren medidas de conservación en Catalunya.
El elevado grado de endemicidad y relictualidad es
una de características que distingue a la fauna subterránea (Galán, 1993;
Juberthie & Decu, 1994; Decu & Juberthie, 1998; Moldovan, 2012). Estos
fenómenos son particularmente acusados en la península Ibérica, que incluye
varios sectores con una alta densidad de organismos troglobios a escala mundial
(Culver et al., 2006). Estos sectores se sitúan en las regiones Pirenaica,
Cantábrica y Levantina, donde se han censado numerosas especies de coleópteros
subterráneos, la mayoría endemismos locales (Galán, 1993, 2006a; Domingo et
al., 2006; Nores & García– Rovés, 2007; Fresneda, 2010). La mayor parte de
los coleópteros hipogeos que requieren medidas de protección en Cataluña
cuentan con una distribución restringida a un macizo o a un sector kárstico, y
ciertas especies sólo se conocen hasta el momento de una o unas pocas
cavidades. Los límites administrativos de Cataluña comprenden el distrito
bioespeleológico catalán y parte del distrito pirenaico, según la definición de
Bellés (1987) para el conjunto de la fauna subterránea, o quedan incluidos en
el distrito del cuadrante nororiental, definido por Ortuño & Gilgado (2010)
a propósito de los carábidos hipogeos. La región pirenaica incluye el Pirineo y
Prepirineo catalanes, siendo una de las dos regiones de Europa que merecen el
calificativo de punto caliente (hotspot) de biodiversidad mundial (Culver et
al., 2006), al menos por lo que respecta a las formas troglobias. Recientes
estudios flogenéticos referidos al ámbito pirenaico y del Mediterráneo
occidental (Fresneda et al., 2007; Faille et al., 2010a, 2010b, 2015; Rizzo et
al., 2013) han contribuido a clarificar el origen y radiación de varios grupos
de coleópteros subterráneos presentes en Catalunya, fundamentalmente leiódidos
y carábidos de la subfamilia Trechinae.
Conservación
de la fauna subterránea
Factores
de amenaza
Se han señalado diversos factores de amenaza para el
medio subterráneo y su biodiversidad (Tercafs, 1992; Watson et al., 1997;
Reboleira et al., 2011; Sendra et al., 2011; Elliott, 2012). Galán (2006b)
analiza hasta una veintena de factores, ilustrando sus efectos con numerosos
ejemplos recopilados de la literatura bioespeleológica.
El impacto producido por la actividad humana en el
exterior incide en mayor o menor grado sobre el medio subterráneo, dada su
permeabilidad con el medio epigeo, del que depende la aportación de recursos
tróficos. En este sentido, debe señalarse la alteración de las condiciones
físico–químicas causada por el vertido de contaminantes orgánicos o inorgánicos
(detritus generados por explotaciones ganaderas, fertilizantes, plaguicidas, metales
pesados), la extracción de agua de las capas freáticas próximas, o la
instalación de vertederos. El vertedero situado en el macizo del Garraf, cerca
de la ciudad de Barcelona y su área metropolitana, constituye, por sus
dimensiones e impacto ambiental, un caso paradigmático que afecta a un karst de
alto valor ecológico (Herrera–Sancho, 1974; Bolòs et al., 1976). Cuando la
actividad contaminante se ejerce de forma continuada, como en el caso que nos
ocupa —el vertedero del Garraf ha funcionado ininterrumpidamente desde 1974
hasta 2006, y el efecto de la acumulación de millones de toneladas de basura
perdurará durante décadas—, ni siquiera el filtro natural formado por el
substrato puede impedir o retrasar el fujo de los contaminantes y su residencia
en el medio subterráneo durante largos periodos (Pérez de Pedro, 2008).
La modificación drástica del entorno donde se ubican
los macizos kársticos es otra de las causas de alteración o destrucción del
hábitat subterráneo, bien por la ejecución de obras civiles, la explotación de
canteras u otros yacimientos mineros, el desarrollo de planes de gestión
urbanística o la deforestación.
Las visitas frecuentes a grutas fácilmente
accesibles provocan la acumulación de basuras y otros residuos y,
eventualmente, el incremento de las poblaciones de especies oportunistas en
detrimento de las más especializadas. Este parece ser el caso de la cova de
Rialb, situada en el alto valle del río Freser, donde coexisten dos especies de
Leiodidae. Una de ellas, Parvospeonomus
delarouzeei (Fairmaire, 1860), es oportunista y de amplia distribución en
el nordeste de Cataluña; la otra, Perriniella
faurai, es más bien especialista y se conoce únicamente de esta cavidad.
Las observaciones efectuadas por Bellés & Pallarès (1985) apuntan hacia un
incremento de la población de P.
delarouzeei y un descenso de la de P.
faurai, que es hoy una especie rara y difícil de localizar, al menos en los
sectores accesibles de la cueva. La cova Cambra constituye otro ejemplo de
cavidad accesible, siendo una de las más visitadas del macizo de Els Ports,
tanto por excursionistas como por espeleólogos. Esta cueva es la localidad
típica del carábido Paraphaenops breuilianus (Jeannel, 1916), destacado
elemento troglobio endémico del macizo. La cova Cambra ha sido prospectada con
cierta frecuencia para la recolección de ejemplares de esta especie de
morfología afenopsiana (Español, 1950). Aunque no existen evidencias en este
caso, la excesiva recolección de especies ''icónicas'' (Balleto & Casale,
1991; Casale et al., 1998; Moldovan, 2012) puede afectar a los troglobios con
bajo tamaño poblacional, como los predadores u otros elementos altamente
especializados (Decu & Juberthie, 1998; Galán, 2006c).
La introducción accidental o intencionada de
especies foráneas puede provocar graves consecuencias para las poblaciones
autóctonas, sobre todo en ecosistemas tan frágiles como los subterráneos. Esta
circunstancia podría explicar la aparición (al menos temporal) de especímenes
de Parvospeonomus delarouzeei en el
avenc Emili Sabaté y tal vez en otras cavidades del macizo del Garraf
(Fadrique, 2009), uno de los espacios naturales del PEIN, donde habita otro
leiódido autóctono, Troglocharinus
ferreri (Reitter, 1908). Aunque en un contexto diferente, los experimentos
en grutas–laboratorio documentados por Juberthie et al. (1981) demuestran de
manera elocuente la interacción entre especies locales y alóctonas (estas
últimas introducidas con objeto de determinar el ritmo de colonización del
medio subterráneo) y los efectos sobre sus respectivas poblaciones al cabo de
pocos años.
Medidas
de protección
La
conservación de la fauna hipogea, y de los coleópteros en particular, debe
articularse en torno a tres ejes fundamentales: conocimiento, protección del
hábitat y divulgación de su valor biológico y conservacionista.
Conocimiento
La aplicación eficaz de políticas de conservación
requiere disponer del mayor número posible de datos sobre la distribución de
las especies y el estado de sus poblaciones, identificando los impactos
actuales y potenciales sobre su hábitat. Para ello es necesario efectuar
prospecciones que permitan, con la ayuda de los datos históricos obtenidos de
la bibliografía o del examen de las colecciones, detectar posibles cambios en
el tiempo o en el espacio. El seguimiento de las poblaciones de invertebrados y
su evaluación es un proceso largo y laborioso, como ponen de manifiesto los
protocolos establecidos en el Libro Rojo de los Invertebrados de España (Verdú
& Galante, 2006) y sus actualizaciones posteriores (Verdú & Galante,
2009; Verdú et al., 2011). Las dificultades se incrementan en el caso de la
exploración del medio subterráneo, debido a la baja densidad de organismos y su
sensibilidad a la alteración de la calidad del hábitat (la propia actividad
prospectiva puede inducir tales cambios), la inaccesibilidad de la red de fisuras
del MSP y las exigencias técnicas que en no pocos casos conlleva la prospección
de cavidades. Con un volumen de datos suficiente, el análisis de las
distribuciones permitiría identificar las áreas de mayor concentración de
especies, endemismos y biotopos adecuados, cuya protección garantice la
supervivencia de las especies amenazadas (Galán, 2006d).
Los programas de seguimiento y la elaboración de las
fichas correspondientes deberían ser complementados con el fomento de estudios
específicos sobre la biología y ecología de las especies. A este respeto hay
que considerar como un factor favorable la creciente demanda de datos precisos
por parte de administraciones con competencias en gestión y protección de la
fauna. Tal propósito colisiona, sin embargo, con ciertas restricciones legales
que pueden, en el caso de los invertebrados, limitar o incluso impedir,
paradójicamente, el conocimiento de la biodiversidad que se pretende proteger
(Melic, 2014).
Paraphaenops breuilianus, de una mina artifcial en el macizo de Els Ports; especie endémica de la provincia de Tarragona, fotografía de Agustí Meseguer.
Protección
de cavidades y del karst
Las cavidades constituyen con frecuencia la única
vía para acceder a ciertas especies, por lo que se ha planteado la necesidad de
restringir las visitas indiscriminadas o limitar el acceso a actividades
exclusivamente orientadas al estudio y conservación de su biodiversidad
(Elliott, 2012). Incluso en tales supuestos se ha sugerido la conveniencia de
observar un ''código de mínimo impacto'', en los términos formulados por Watson
et al. (1997). Comentario aparte merecen las cavidades explotadas con fines
turísticos y la complejidad de los problemas asociados a su gestión,
consecuencia de la necesidad de compatibilizar intereses económicos y conservacionistas
contrapuestos (Tercafs, 1992). Experiencias realizadas en grutas turísticas
arrojan resultados dispares sobre las poblaciones de coleópteros troglobios.
Mientras que en unos casos el impacto producido por la afluencia de turistas se
demostró claramente negativo (Kovacs, 1989; Moldovan et al., 2003), en otros
apenas resultó relevante (Faille et al., 2014), aunque, como señalan estos
últimos autores, las dimensiones de la cavidad, su topología, la naturaleza de
sus biotopos o la extensión del karst donde se ubica, por un lado, y la
intensidad y duración de la perturbación, por otro, determinan, entre otros
factores, su grado de vulnerabilidad. La cueva del Salnitre, en el macizo de
Montserrat, es una cavidad emblemática en Cataluña y foco de atracción
turística. Es también la localidad típica de Troglocharinus kiesenwetteri, la primera especie catalana de
coleóptero troglobio descrita y actualmente protegida por el PEIN.
Las propuestas de elaboración de un censo de
cavidades, su clasificación, y la aplicación de figuras específcas para la
protección de las mismas o para el entorno natural al que pertenecen, han sido
reiteradamente señaladas. La guía de Watson et al. (1997), auspiciada por la
UICN, constituye un documento de referencia en materia de gestión y protección
de cavidades y formaciones kársticas. En la medida en que las cavidades
individuales constituyen sólo una parte del ecosistema subterráneo, la
tendencia actual consiste en proteger el karst en su conjunto o, al menos, una
gran parte del mismo. Puesto que ello resulta a menudo inviable por motivos
económicos o prácticos, se ha propuesto la delimitación de zonas críticas de
pequeña extensión que concentren gran parte de la biodiversidad subterránea y
de sus endemismos (Galán, 2006e). Este autor plantea, para territorios
antropizados como Guipúzcoa, la aplicación de una estrategia de conservación
basada en el concepto de biotopo subterráneo protegido (BSP).
Existen en Cataluña numerosas cavidades que destacan
tanto por su diversidad biológica como por la rareza de sus taxones, dos de los
índices de mayor peso utilizados para la estimación del valor biológico de un
ecosistema (Tercafs, 1992; Galán, 2006e; Reboleira et al., 2011). Autores como
Culver & Sket (2000) han aplicado a cavidades individuales el concepto de
punto caliente de biodiversidad, argumentado en favor de la protección de la
fauna subterránea a escala regional. En la mayoría de los casos se trata de
sistemas subterráneos o cavidades de grandes dimensiones, que albergan una elevada
diversidad de hábitats.
En la cueva del Janet, por ejemplo (con apenas 60 m
de recorrido horizontal) se han censado numerosos artrópodos hipogeos
pertenecientes a diversos órdenes, con varias especies sólo conocidas de esta
cavidad. Entre los coleópteros, se han inventariado representantes de la
familias Carabidae, Curculionidae, Histeridae, Raymondionimidae y
Staphylinidae, incluyendo tres especies protegidas o que requieren medidas de
conservación en Cataluña (dos de ellas exclusivas de esta cueva): Catalanodytes bellesi (Lagar, 1971), Duvalius berthae (Jeannel, 1910) e Iberacritus vivesi (Español, 1974).
Otra cavidad catalana que reúne una elevada
diversidad de invertebrados subterráneos (entre ellas varias especies que
requieren medidas de protección en Cataluña) es la cueva de la Mosquera,
situada en el término municipal de Beuda, provincia de Girona. A diferencia de
la cueva del Janet, esta cavidad ha padecido desde hace décadas el impacto de
la actividad industrial y ganadera (Lloses & Robert, 1978). La reciente
amenaza de reactivación de una cantera de yesos colindante con la cueva y las
graves consecuencias que ello conlleva para la preservación de su patrimonio
natural ha propiciado una campaña de sensibilización (Comas, 2009; Victoria,
2009). La explotación de una cantera de yesos es precisamente la causa de la
desaparición de la cueva de Can Noguer de Segaró, próxima a Beuda y una de las
pocas estaciones cavernícolas donde podía localizarse Zariquieya troglodytes. Esta pérdida hace de la cueva de la
Mosquera el único reducto conocido de Z.
troglodytes en la comarca de la Garrotxa (Comas, 2009, Lencina &
Serrano, 2011).
Una amenaza similar podría afectar a Troglocharinus orcinus lagari Español,
1953. La causa, una vez más, es la futura explotación de una cantera situada
muy cerca de las dos únicas simas donde se ha localizado este taxón, el Avenc
Nou de la Fontfreda y el Avenc Vell de la Fontfreda, en el sector de Bonretorn.
En términos de biodiversidad, la necesidad de conservar subespecies como T. orcinus lagari adquiere, si cabe,
mayor importancia, en la medida en que puedan existir, además de las
diferencias morfológicas, otras de carácter genético que justifquen su
separación a nivel específico (Galán, 2006e).
Divulgación
Cataluña cuenta con una tradición bien arraigada en
la práctica de la espeleología, canalizada a través de numerosos grupos o
asociaciones, especialmente a partir de los años sesenta del pasado siglo
(Español & Escolà, 1969). El interés por la fauna subterránea y su
conservación propició la creación, dentro de algunos de estos grupos, de
secciones dedicadas al estudio y divulgación de la bioespeleología. Los
inventarios de fauna cavernícola han ocupado cada vez más espacio en las
publicaciones sobre espeleología, y obras tan importantes como el Catàleg
Espeleològic de Catalunya (con siete volúmenes publicados entre 1978 y 1984)
incluyen capítulos o anexos específicos.
La figura de Francesc Español como personalidad
científica y aglutinadora de la investigación bioespeleológica en Cataluña ha
sido abordada en detalle (Federació Catalana d'Espeleologia, 1981; Bellés 1987,
1988, 1999; Escolà, 1988). A ello se añade su vocación divulgadora, como uno de
los impulsores desde mediados de los años 1960 de varios cursillos de
iniciación a la bioespeleología. En total se impartieron seis cursillos entre
1966 y 1994, con una aportación destacada del MCNB —tanto en lo que se refiere
a la organización como a la participación de conferenciantes adscritos a dicha
institución—, y la colaboración de otros especialistas y agrupaciones
espeleológicas (Auroux, 2010). Una de estas entidades, el Centre Excursionista
de Terrassa, a través de su Sección de Investigaciones Subterráneas, llevó a
cabo con motivo de la organización del VI Simposium de Espeleología (celebrado
en diciembre de 1977 y dedicado a la bioespeleología), una exposición de fauna
cavernícola viva, iniciativa pionera que cosechó un enorme éxito de asistencia
y repercusión internacional (Vives, 1988).
Para celebrar el trigésimo aniversario de su
creación, la Federación Catalana de Espeleología organizó en 2009 una serie de
talleres sobre espeleología, uno de los cuales, dedicado a la bioespeleología,
fue coordinado e impartido por miembros de la Asociación Catalana de
Bioespeleología (BIOSP) (Auroux, 2009). Más recientemente BIOSP impartió un
nuevo curso de iniciación a la bioespeleología en el marco del III Encuentro
Ibérico de Biología Subterránea (III EIBS), organizado por el MCNB (Barcelona,
octubre de 2013). BIOSP desarrolla actualmente, junto a otros especialistas e
instituciones, diversos proyectos para el estudio y conservación de la
biodiversidad subterránea, dentro y fuera de Cataluña. Su blog dedica a la
divulgación de la bioespeleología una parte esencial de sus contenidos.
La labor divulgadora del MCNB se ha concretado,
además, en diferentes exposiciones al respecto, tanto de carácter permanente
como temporales. La gestión y difusión de la información asociada a las
colecciones de invertebrados hipogeos (entre las que destaca cualitativa y
cuantitativamente la de coleópteros) constituye una de sus líneas prioritarias.
El plan estratégico del MCNB establece, por otra parte, un compromiso firme en
materia de conservación y divulgación del patrimonio natural de Cataluña,
subrayando explícitamente su colaboración en proyectos relacionados con la
conservación de especies endémicas, con especial énfasis en la fauna
subterránea.
Campañas de seguimiento recientes del Museo de
Ciencias Naturales de Barcelona
Durante una década, el Departamento de Artrópodos
del MCNB ha llevado a cabo, en colaboración con BIOSP, varias campañas de
seguimiento y recolección selectiva de artrópodos subterráneos, entre las que
se incluyen varias especies de coleópteros que requieren medidas de protección
en Cataluña. Dichas campañas se han efectuado en el marco de proyectos financiados
tanto por el propio MCNB como por otras instituciones y organismos públicos.
Entre estos últimos hay que mencionar el proyecto para la optimización del
banco de tejidos y materiales biológicos de interés genético del MCNB (acción
complementaria de referencia REN2002–11643–E/GLO del Ministerio de Ciencia y
Tecnología) y el estudio de los artrópodos subterráneos del Parque Natural de
Els Ports, orientado a la conservación de algunas cavidades de este espacio
natural protegido (proyecto de referencia 2011PNATPOR102, financiado por la
Dirección General del Medio Natural y Biodiversidad, Departamento de
Agricultura, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Natural de la Generalitat
de Catalunya). Tras la celebración del III EIBS (fuera, por lo tanto, del
período que cubre el presente trabajo) se programó un nuevo proyecto
relacionado específicamente con el seguimiento de algunos invertebrados
hipogeos que requieren medidas de protección en Cataluña (proyecto de
referencia AG–2014–341, desarrollado a lo largo del 2014 y también financiado
por la Dirección General del Medio Natural y Biodiversidad, Generalitat de
Catalunya).