dimarts, 22 de juny del 2021

Nº 352: Mesures de protecció de la fauna hipogea a Catalunya 2 (3)

Una de les caixes de les col·leccions del Museu de Ciències Naturals de Barcelona, que conté exemplars de Geotrechus, Duvalius, Aphaenops, Subilsia, etc. Foto per deferència del Departament d'Artròpodes.

Seguim amb la segona part:

El PEIN incluye también una especie que ha sido posteriormente descartada de la fauna catalana. Se trata de Laemostenus (Antisphodrus) levantinus (Bolívar, 1919) (citada como Centhosphodrus [sic] levantinus) endémica de la Comunidad Valenciana, a la que se atribuyeron las poblaciones del macizo de Els Ports (provincia de Tarragona) y que corresponden en realidad a L. (A.) lassallei Mateu 1989, su vecino geográfco (Ortuño, 2006).

En el documento de la Institució Catalana d'Història Natural (2008) se afirma no disponer de información sobre la presencia en Cataluña de Leptotyphlus sp., protegido por el PEIN en la serra de Llaberia, provincia de Tarragona. El género Leptotyphlus, con representantes endogeos, cuenta sin embargo con varias especies catalanas (Gamarra & Outerelo, 2009), aunque no hemos hallado datos sobre el mismo en el mencionado espacio natural.

La composición por familias de los coleópteros subterráneos protegidos o que requieren medidas de conservación en Cataluña se representa en la fgura 1. Abundan los Carabidae y Leiodidae, familias que reúnen la mayor diversidad de formas adaptadas al medio hipogeo (Decu & Juberthie, 1998). También destacan los Staphylinidae, todos ellos pertenecientes a la subfamilia Pselaphinae.

Algunas consideraciones ecológicas y biogeográfcas sobre los coleópteros hipogeos de Cataluña

La fauna hipogea comprende desde formas poco modificadas hasta los troglobios estrictos, que muestran las características morfológicas y fisiológicas propias de una estrecha adaptación al medio subterráneo profundo (MSP). Autores como Camacho (1992) y Sket (2008), entre otros, ofrecen una revisión histórica de las distintas clasificaciones de los organismos subterráneos, la mayoría basadas en su grado de dependencia del medio o en su morfología. Sket (2008) adopta el criterio ecológico en su reciente propuesta de clasificación, consistente, por otra parte, con la nomenclatura tradicional (Schiner, 1854; Racovitza, 1907). El MSP constituye uno de los compartimentos en los que se divide el dominio subterráneo, formado, además, por el medio subterráneo superficial (MSS) y también, según algunos autores, el ambiente endogeo (Juberthie et al., 1980, 1981; Juberthie, 1983; Bellés, 1987; Galán, 1993; Juberthie & Decu, 1994; Gianchino & Vailati, 2010; Ortuño & Gilgado 2010). Al margen de las cavidades excavadas en la roca madre (macrocavernas biológicamente explorables y mesocavernas) el MSP incluye la red de fisuras que lo conectan al MSS. La permeabilidad del medio subterráneo permite la migración de los organismos entre sus diferentes compartimentos, en función de factores climáticos, tróficos o de otro tipo (Juberthie et al., 1981; Moldovan, 2012).

Buena parte del conocimiento sobre los coleópteros hipogeos procede de la exploración de las cavidades accesibles al hombre (cavernas, simas y cavidades artifciales), aunque el estudio del MSS ha experimentado en las últimas décadas una notable progresión (Juberthie et al., 1981; Juberthie, 1983; Juberthie & Decu, 1994; Gianchino & Vailati, 2010).

En el caso de los leiódidos, familia que reúne la mayor diversidad de coleópteros hipogeos ibéricos, todas las especies que requieren protección en Cataluña han sido localizadas hasta el momento únicamente en el MSP (Salgado et al., 2008).

Entre los carábidos, se ha documentado la presencia de varias especies tanto en cuevas y simas más o menos profundas como en el MSS (Ortuño & Gilgado, 2010). Este último sería el hábitat preferencial de ciertos representantes de la subtribu Molopina descritos de cavidades, teniendo en cuenta el hallazgo reciente de abundantes ejemplares en el MSS, en contraste con la escasez de capturas en el MSP (Salgado, 2011). También podría ser el caso de Zariquieya troglodytes —otro Molopina incluido entre las especies vulnerables del LRIE—, muy escasa en las pocas cavidades de la provincia de Girona donde habita (Lencina & Serrano, 2011), o incluso de Z. boumortensis Faille, Fresneda & Bordeau, 2011, recientemente descrita, conocida hasta el momento de la localidad típica, situada en el MSP del Prepirineo de Lleida (Faille et al., 2011). Al mismo grupo pertenece Molopidius spinicollis (Dejean, 1828), endemismo catalán protegido, de hábitos endogeos (Español, 1951, 1966; Faille et al., 2011).

Las especies catalanas del género Geotrechus (la mayoría protegidas por el PEIN), se conocen de una o unas pocas cavidades, incluyendo las cuatro nuevas especies descritas recientemente por Faille et al. (2015). Esta situación contrasta con lo observado en la vertiente francesa de los Pirineos (el género Geotrechus es endémico de la cordillera pirenaica y estribaciones), caracterizada por una fauna más diversa y, en algunos casos, abundante (Coiffait, 1962; Moravec et al., 2003). Ciertas especies francesas han sido también halladas en el MSS e incluso en ambientes epigeos (Jeannel, 1928; Coiffait, 1962).

El estudio del medio endogeo ha aportado últimamente nuevas especies de estafilínidos de Cataluña, así como datos referidos a otras poco conocidas (Hernando, 2013, 2014 y otros trabajos del autor allí citados). Estas novedades incrementan notablemente los datos publicados sobre la presencia en Cataluña de estafilínidos endogeos o asociados a hábitats epigeos crípticos, pertenecientes principalmente a la subfamilia Leptotyphlinae (Gamarra & Outerelo, 2009). Otro grupo de estafilínidos típicamente humícolas o endogeos son los Pselaphinae (Bellés, 1987; Poggi et al., 1998), que cuentan en Cataluña con varios endemismos hallados hasta el momento en hábitat cavernícola (Besuchet, 1974, 1985). Cinco especies figuran en el decreto del PEIN (tabla 2), la mayoría muy raras o incluso conocidas sólo a partir de sus especímenes tipo.

Más dudas plantea la categoría ecológica atribuible al carábido Catalanodytes bellesi (Lagar, 1971) y al histérido Iberacritus vivesi (Español, 1974). Ambas especies, incluidas en el CFAC, se conocen tan sólo de la cueva del Janet (serra de Llaberia) y han sido recolectadas en el vestíbulo de entrada, entre detritus vegetales, o bien tratando la tierra de la cavidad mediante el empleo del método Berlese. Elementos que ocupan un hábitat similar en el interior de cuevas han sido clasificados como “endogeos cavernícolas” (Juberthie, 1983; Casale et al., 1998).

Aunque en Cataluña se han localizado numerosos leiódidos asociados a madrigueras de mamíferos (Salgado et al., 2008), la mayoría de ellos son foleófilos facultativos que también han sido observados en el interior de grutas, generalmente cerca de la entrada. Es el caso de los representantes de la tribu Cholevini, que poseen pigmentación y ojos bien desarrollados, y cuentan en general con una amplia distribución. Otros leiódidos son despigmentados y anoftalmos, como Leptinus pyrenaeus Besuchet, 1980, endemismo pirenaico–cantábrico (ejemplares catalanes de la serie típica, depositados en la colección del MCNB, fueron hallados sobre Talpa europaea) (Besuchet, 1980). Recientemente se ha descrito de la vertiente norte del macizo del Puigmal (en territorio francés) Perriniella fresnedai Perreau & Tronquet (2001), la tercera especie de un género de leiódidos troglobios, localizada en madrigueras de marmota (Perreau & Tronquet, 2001). Su localidad típica apenas dista una decena de kilómetros de las cavidades donde habitan las otras dos especies catalanas, P. faurai Jeannel, 1910 y P. bofilli Zariquiey, 1924, ambas protegidas (alta cuenca del río Freser, provincia de Girona).

En la tabla 3 se indica el compartimento del medio subterráneo donde han sido halladas hasta el momento las especies de coleópteros hipogeos que requieren medidas de conservación en Catalunya.

El elevado grado de endemicidad y relictualidad es una de características que distingue a la fauna subterránea (Galán, 1993; Juberthie & Decu, 1994; Decu & Juberthie, 1998; Moldovan, 2012). Estos fenómenos son particularmente acusados en la península Ibérica, que incluye varios sectores con una alta densidad de organismos troglobios a escala mundial (Culver et al., 2006). Estos sectores se sitúan en las regiones Pirenaica, Cantábrica y Levantina, donde se han censado numerosas especies de coleópteros subterráneos, la mayoría endemismos locales (Galán, 1993, 2006a; Domingo et al., 2006; Nores & García– Rovés, 2007; Fresneda, 2010). La mayor parte de los coleópteros hipogeos que requieren medidas de protección en Cataluña cuentan con una distribución restringida a un macizo o a un sector kárstico, y ciertas especies sólo se conocen hasta el momento de una o unas pocas cavidades. Los límites administrativos de Cataluña comprenden el distrito bioespeleológico catalán y parte del distrito pirenaico, según la definición de Bellés (1987) para el conjunto de la fauna subterránea, o quedan incluidos en el distrito del cuadrante nororiental, definido por Ortuño & Gilgado (2010) a propósito de los carábidos hipogeos. La región pirenaica incluye el Pirineo y Prepirineo catalanes, siendo una de las dos regiones de Europa que merecen el calificativo de punto caliente (hotspot) de biodiversidad mundial (Culver et al., 2006), al menos por lo que respecta a las formas troglobias. Recientes estudios flogenéticos referidos al ámbito pirenaico y del Mediterráneo occidental (Fresneda et al., 2007; Faille et al., 2010a, 2010b, 2015; Rizzo et al., 2013) han contribuido a clarificar el origen y radiación de varios grupos de coleópteros subterráneos presentes en Catalunya, fundamentalmente leiódidos y carábidos de la subfamilia Trechinae.

Conservación de la fauna subterránea

Factores de amenaza

Se han señalado diversos factores de amenaza para el medio subterráneo y su biodiversidad (Tercafs, 1992; Watson et al., 1997; Reboleira et al., 2011; Sendra et al., 2011; Elliott, 2012). Galán (2006b) analiza hasta una veintena de factores, ilustrando sus efectos con numerosos ejemplos recopilados de la literatura bioespeleológica.

El impacto producido por la actividad humana en el exterior incide en mayor o menor grado sobre el medio subterráneo, dada su permeabilidad con el medio epigeo, del que depende la aportación de recursos tróficos. En este sentido, debe señalarse la alteración de las condiciones físico–químicas causada por el vertido de contaminantes orgánicos o inorgánicos (detritus generados por explotaciones ganaderas, fertilizantes, plaguicidas, metales pesados), la extracción de agua de las capas freáticas próximas, o la instalación de vertederos. El vertedero situado en el macizo del Garraf, cerca de la ciudad de Barcelona y su área metropolitana, constituye, por sus dimensiones e impacto ambiental, un caso paradigmático que afecta a un karst de alto valor ecológico (Herrera–Sancho, 1974; Bolòs et al., 1976). Cuando la actividad contaminante se ejerce de forma continuada, como en el caso que nos ocupa —el vertedero del Garraf ha funcionado ininterrumpidamente desde 1974 hasta 2006, y el efecto de la acumulación de millones de toneladas de basura perdurará durante décadas—, ni siquiera el filtro natural formado por el substrato puede impedir o retrasar el fujo de los contaminantes y su residencia en el medio subterráneo durante largos periodos (Pérez de Pedro, 2008).

La modificación drástica del entorno donde se ubican los macizos kársticos es otra de las causas de alteración o destrucción del hábitat subterráneo, bien por la ejecución de obras civiles, la explotación de canteras u otros yacimientos mineros, el desarrollo de planes de gestión urbanística o la deforestación.

Las visitas frecuentes a grutas fácilmente accesibles provocan la acumulación de basuras y otros residuos y, eventualmente, el incremento de las poblaciones de especies oportunistas en detrimento de las más especializadas. Este parece ser el caso de la cova de Rialb, situada en el alto valle del río Freser, donde coexisten dos especies de Leiodidae. Una de ellas, Parvospeonomus delarouzeei (Fairmaire, 1860), es oportunista y de amplia distribución en el nordeste de Cataluña; la otra, Perriniella faurai, es más bien especialista y se conoce únicamente de esta cavidad. Las observaciones efectuadas por Bellés & Pallarès (1985) apuntan hacia un incremento de la población de P. delarouzeei y un descenso de la de P. faurai, que es hoy una especie rara y difícil de localizar, al menos en los sectores accesibles de la cueva. La cova Cambra constituye otro ejemplo de cavidad accesible, siendo una de las más visitadas del macizo de Els Ports, tanto por excursionistas como por espeleólogos. Esta cueva es la localidad típica del carábido Paraphaenops breuilianus (Jeannel, 1916), destacado elemento troglobio endémico del macizo. La cova Cambra ha sido prospectada con cierta frecuencia para la recolección de ejemplares de esta especie de morfología afenopsiana (Español, 1950). Aunque no existen evidencias en este caso, la excesiva recolección de especies ''icónicas'' (Balleto & Casale, 1991; Casale et al., 1998; Moldovan, 2012) puede afectar a los troglobios con bajo tamaño poblacional, como los predadores u otros elementos altamente especializados (Decu & Juberthie, 1998; Galán, 2006c).

La introducción accidental o intencionada de especies foráneas puede provocar graves consecuencias para las poblaciones autóctonas, sobre todo en ecosistemas tan frágiles como los subterráneos. Esta circunstancia podría explicar la aparición (al menos temporal) de especímenes de Parvospeonomus delarouzeei en el avenc Emili Sabaté y tal vez en otras cavidades del macizo del Garraf (Fadrique, 2009), uno de los espacios naturales del PEIN, donde habita otro leiódido autóctono, Troglocharinus ferreri (Reitter, 1908). Aunque en un contexto diferente, los experimentos en grutas–laboratorio documentados por Juberthie et al. (1981) demuestran de manera elocuente la interacción entre especies locales y alóctonas (estas últimas introducidas con objeto de determinar el ritmo de colonización del medio subterráneo) y los efectos sobre sus respectivas poblaciones al cabo de pocos años.

Medidas de protección

 La conservación de la fauna hipogea, y de los coleópteros en particular, debe articularse en torno a tres ejes fundamentales: conocimiento, protección del hábitat y divulgación de su valor biológico y conservacionista.

Conocimiento

La aplicación eficaz de políticas de conservación requiere disponer del mayor número posible de datos sobre la distribución de las especies y el estado de sus poblaciones, identificando los impactos actuales y potenciales sobre su hábitat. Para ello es necesario efectuar prospecciones que permitan, con la ayuda de los datos históricos obtenidos de la bibliografía o del examen de las colecciones, detectar posibles cambios en el tiempo o en el espacio. El seguimiento de las poblaciones de invertebrados y su evaluación es un proceso largo y laborioso, como ponen de manifiesto los protocolos establecidos en el Libro Rojo de los Invertebrados de España (Verdú & Galante, 2006) y sus actualizaciones posteriores (Verdú & Galante, 2009; Verdú et al., 2011). Las dificultades se incrementan en el caso de la exploración del medio subterráneo, debido a la baja densidad de organismos y su sensibilidad a la alteración de la calidad del hábitat (la propia actividad prospectiva puede inducir tales cambios), la inaccesibilidad de la red de fisuras del MSP y las exigencias técnicas que en no pocos casos conlleva la prospección de cavidades. Con un volumen de datos suficiente, el análisis de las distribuciones permitiría identificar las áreas de mayor concentración de especies, endemismos y biotopos adecuados, cuya protección garantice la supervivencia de las especies amenazadas (Galán, 2006d).

Los programas de seguimiento y la elaboración de las fichas correspondientes deberían ser complementados con el fomento de estudios específicos sobre la biología y ecología de las especies. A este respeto hay que considerar como un factor favorable la creciente demanda de datos precisos por parte de administraciones con competencias en gestión y protección de la fauna. Tal propósito colisiona, sin embargo, con ciertas restricciones legales que pueden, en el caso de los invertebrados, limitar o incluso impedir, paradójicamente, el conocimiento de la biodiversidad que se pretende proteger (Melic, 2014).

Paraphaenops breuilianus, de una mina artifcial en el macizo de Els Ports; especie endémica de la provincia de Tarragona, fotografía de Agustí Meseguer.

Protección de cavidades y del karst

Las cavidades constituyen con frecuencia la única vía para acceder a ciertas especies, por lo que se ha planteado la necesidad de restringir las visitas indiscriminadas o limitar el acceso a actividades exclusivamente orientadas al estudio y conservación de su biodiversidad (Elliott, 2012). Incluso en tales supuestos se ha sugerido la conveniencia de observar un ''código de mínimo impacto'', en los términos formulados por Watson et al. (1997). Comentario aparte merecen las cavidades explotadas con fines turísticos y la complejidad de los problemas asociados a su gestión, consecuencia de la necesidad de compatibilizar intereses económicos y conservacionistas contrapuestos (Tercafs, 1992). Experiencias realizadas en grutas turísticas arrojan resultados dispares sobre las poblaciones de coleópteros troglobios. Mientras que en unos casos el impacto producido por la afluencia de turistas se demostró claramente negativo (Kovacs, 1989; Moldovan et al., 2003), en otros apenas resultó relevante (Faille et al., 2014), aunque, como señalan estos últimos autores, las dimensiones de la cavidad, su topología, la naturaleza de sus biotopos o la extensión del karst donde se ubica, por un lado, y la intensidad y duración de la perturbación, por otro, determinan, entre otros factores, su grado de vulnerabilidad. La cueva del Salnitre, en el macizo de Montserrat, es una cavidad emblemática en Cataluña y foco de atracción turística. Es también la localidad típica de Troglocharinus kiesenwetteri, la primera especie catalana de coleóptero troglobio descrita y actualmente protegida por el PEIN.

Las propuestas de elaboración de un censo de cavidades, su clasificación, y la aplicación de figuras específcas para la protección de las mismas o para el entorno natural al que pertenecen, han sido reiteradamente señaladas. La guía de Watson et al. (1997), auspiciada por la UICN, constituye un documento de referencia en materia de gestión y protección de cavidades y formaciones kársticas. En la medida en que las cavidades individuales constituyen sólo una parte del ecosistema subterráneo, la tendencia actual consiste en proteger el karst en su conjunto o, al menos, una gran parte del mismo. Puesto que ello resulta a menudo inviable por motivos económicos o prácticos, se ha propuesto la delimitación de zonas críticas de pequeña extensión que concentren gran parte de la biodiversidad subterránea y de sus endemismos (Galán, 2006e). Este autor plantea, para territorios antropizados como Guipúzcoa, la aplicación de una estrategia de conservación basada en el concepto de biotopo subterráneo protegido (BSP).

Existen en Cataluña numerosas cavidades que destacan tanto por su diversidad biológica como por la rareza de sus taxones, dos de los índices de mayor peso utilizados para la estimación del valor biológico de un ecosistema (Tercafs, 1992; Galán, 2006e; Reboleira et al., 2011). Autores como Culver & Sket (2000) han aplicado a cavidades individuales el concepto de punto caliente de biodiversidad, argumentado en favor de la protección de la fauna subterránea a escala regional. En la mayoría de los casos se trata de sistemas subterráneos o cavidades de grandes dimensiones, que albergan una elevada diversidad de hábitats.

En la cueva del Janet, por ejemplo (con apenas 60 m de recorrido horizontal) se han censado numerosos artrópodos hipogeos pertenecientes a diversos órdenes, con varias especies sólo conocidas de esta cavidad. Entre los coleópteros, se han inventariado representantes de la familias Carabidae, Curculionidae, Histeridae, Raymondionimidae y Staphylinidae, incluyendo tres especies protegidas o que requieren medidas de conservación en Cataluña (dos de ellas exclusivas de esta cueva): Catalanodytes bellesi (Lagar, 1971), Duvalius berthae (Jeannel, 1910) e Iberacritus vivesi (Español, 1974).

Otra cavidad catalana que reúne una elevada diversidad de invertebrados subterráneos (entre ellas varias especies que requieren medidas de protección en Cataluña) es la cueva de la Mosquera, situada en el término municipal de Beuda, provincia de Girona. A diferencia de la cueva del Janet, esta cavidad ha padecido desde hace décadas el impacto de la actividad industrial y ganadera (Lloses & Robert, 1978). La reciente amenaza de reactivación de una cantera de yesos colindante con la cueva y las graves consecuencias que ello conlleva para la preservación de su patrimonio natural ha propiciado una campaña de sensibilización (Comas, 2009; Victoria, 2009). La explotación de una cantera de yesos es precisamente la causa de la desaparición de la cueva de Can Noguer de Segaró, próxima a Beuda y una de las pocas estaciones cavernícolas donde podía localizarse Zariquieya troglodytes. Esta pérdida hace de la cueva de la Mosquera el único reducto conocido de Z. troglodytes en la comarca de la Garrotxa (Comas, 2009, Lencina & Serrano, 2011).

Una amenaza similar podría afectar a Troglocharinus orcinus lagari Español, 1953. La causa, una vez más, es la futura explotación de una cantera situada muy cerca de las dos únicas simas donde se ha localizado este taxón, el Avenc Nou de la Fontfreda y el Avenc Vell de la Fontfreda, en el sector de Bonretorn. En términos de biodiversidad, la necesidad de conservar subespecies como T. orcinus lagari adquiere, si cabe, mayor importancia, en la medida en que puedan existir, además de las diferencias morfológicas, otras de carácter genético que justifquen su separación a nivel específico (Galán, 2006e).

 Divulgación

Cataluña cuenta con una tradición bien arraigada en la práctica de la espeleología, canalizada a través de numerosos grupos o asociaciones, especialmente a partir de los años sesenta del pasado siglo (Español & Escolà, 1969). El interés por la fauna subterránea y su conservación propició la creación, dentro de algunos de estos grupos, de secciones dedicadas al estudio y divulgación de la bioespeleología. Los inventarios de fauna cavernícola han ocupado cada vez más espacio en las publicaciones sobre espeleología, y obras tan importantes como el Catàleg Espeleològic de Catalunya (con siete volúmenes publicados entre 1978 y 1984) incluyen capítulos o anexos específicos.

La figura de Francesc Español como personalidad científica y aglutinadora de la investigación bioespeleológica en Cataluña ha sido abordada en detalle (Federació Catalana d'Espeleologia, 1981; Bellés 1987, 1988, 1999; Escolà, 1988). A ello se añade su vocación divulgadora, como uno de los impulsores desde mediados de los años 1960 de varios cursillos de iniciación a la bioespeleología. En total se impartieron seis cursillos entre 1966 y 1994, con una aportación destacada del MCNB —tanto en lo que se refiere a la organización como a la participación de conferenciantes adscritos a dicha institución—, y la colaboración de otros especialistas y agrupaciones espeleológicas (Auroux, 2010). Una de estas entidades, el Centre Excursionista de Terrassa, a través de su Sección de Investigaciones Subterráneas, llevó a cabo con motivo de la organización del VI Simposium de Espeleología (celebrado en diciembre de 1977 y dedicado a la bioespeleología), una exposición de fauna cavernícola viva, iniciativa pionera que cosechó un enorme éxito de asistencia y repercusión internacional (Vives, 1988).

Para celebrar el trigésimo aniversario de su creación, la Federación Catalana de Espeleología organizó en 2009 una serie de talleres sobre espeleología, uno de los cuales, dedicado a la bioespeleología, fue coordinado e impartido por miembros de la Asociación Catalana de Bioespeleología (BIOSP) (Auroux, 2009). Más recientemente BIOSP impartió un nuevo curso de iniciación a la bioespeleología en el marco del III Encuentro Ibérico de Biología Subterránea (III EIBS), organizado por el MCNB (Barcelona, octubre de 2013). BIOSP desarrolla actualmente, junto a otros especialistas e instituciones, diversos proyectos para el estudio y conservación de la biodiversidad subterránea, dentro y fuera de Cataluña. Su blog dedica a la divulgación de la bioespeleología una parte esencial de sus contenidos.

La labor divulgadora del MCNB se ha concretado, además, en diferentes exposiciones al respecto, tanto de carácter permanente como temporales. La gestión y difusión de la información asociada a las colecciones de invertebrados hipogeos (entre las que destaca cualitativa y cuantitativamente la de coleópteros) constituye una de sus líneas prioritarias. El plan estratégico del MCNB establece, por otra parte, un compromiso firme en materia de conservación y divulgación del patrimonio natural de Cataluña, subrayando explícitamente su colaboración en proyectos relacionados con la conservación de especies endémicas, con especial énfasis en la fauna subterránea.

Campañas de seguimiento recientes del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona

Durante una década, el Departamento de Artrópodos del MCNB ha llevado a cabo, en colaboración con BIOSP, varias campañas de seguimiento y recolección selectiva de artrópodos subterráneos, entre las que se incluyen varias especies de coleópteros que requieren medidas de protección en Cataluña. Dichas campañas se han efectuado en el marco de proyectos financiados tanto por el propio MCNB como por otras instituciones y organismos públicos. Entre estos últimos hay que mencionar el proyecto para la optimización del banco de tejidos y materiales biológicos de interés genético del MCNB (acción complementaria de referencia REN2002–11643–E/GLO del Ministerio de Ciencia y Tecnología) y el estudio de los artrópodos subterráneos del Parque Natural de Els Ports, orientado a la conservación de algunas cavidades de este espacio natural protegido (proyecto de referencia 2011PNATPOR102, financiado por la Dirección General del Medio Natural y Biodiversidad, Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Natural de la Generalitat de Catalunya). Tras la celebración del III EIBS (fuera, por lo tanto, del período que cubre el presente trabajo) se programó un nuevo proyecto relacionado específicamente con el seguimiento de algunos invertebrados hipogeos que requieren medidas de protección en Cataluña (proyecto de referencia AG–2014–341, desarrollado a lo largo del 2014 y también financiado por la Dirección General del Medio Natural y Biodiversidad, Generalitat de Catalunya).

 Final de la segona part.